
Los exploradores Carlos González Mora y Rafael Hidalgo, 19291
El interés por explorar lo desconocido, visitar paraísos y culturas en su estado natural, la búsqueda de aventuras, el deseo por investigar en un mundo cercano, la idea y el espíritu por conocer otros lugares –a veces por pura casualidad–, atrajo a este paraíso del Atlántico a un elenco de exploradores románticos, geógrafos, botánicos, médicos, arqueólogos y militares de renombre. Muchos fueron los viajeros que dejaron impresas sus impresiones sobre las excursiones que realizaron por los más recónditos rincones de este Archipiélago; dando fama, prestigio y reconocimiento a los escenarios que visitaron. Agaete, como otros pueblos de Gran Canaria, suscitaba el interés de los que la visitaban, dibujándonos un amplio panorama de sus peculiaridades y riquezas, también de sus desgracias.
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Al habitual discurso de marginalidad del lugar y de que la mayor parte de sus habitantes eran pescadores, otros autores reseñaban que era un sitio donde abundaban los árboles silvestres y los pastos, produciendo «trigo, cebada, centeno, millo, judías, papas, habas, higos, duraznos, uvas, naranjas, ganado lanar, cabrío y vacuno», posibilitando un comercio bastante activo por el puerto de Las Nieves.
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Dibujo a plumilla de Olivia Stone, 1884. De su libro «Tenerife y sus seis satélites».
De Agaete se decía que parte del terreno era llano y quebrado, pero fructífero a pesar del carácter de su suelo volcánico y calizo. Dedicando gran parte a sequero y a riego, a dehesas para el ganado y a árboles frutales: «duraznos, uvas, brevas, higos, limones, naranjas agrias y dulces, toronjas, cidras, moras, guindas, damascos, ciruelas, nueces, almendras, plátanos, tunos, sandías, melones, cebollas, ajos, coles, rábanos, lechugas, trigo, cebada, centeno, millo, judías, calabazas, linaza, habas, chochos, ñames y papas». Además de: «aceite de tártago y pescado, queso, miel, manteca, cera y cebo», así como todo género de ganado mayor y menor: «cerdos, gallinas, pavos, palomas, perdices, codornices, tórtolas, conejos, caballos, burros, mulos, etc.».
Agaete había dejado de ser un lugar compuesto por unas cuantas casas aisladas en 1840, para pasar a ser un pueblo de notable importancia en 1880, con hermosas casas y calles bien empedradas gracias a la laboriosidad de sus habitantes, a la fertilidad de sus huertas y a la abundancia de agua. Considerándosele un municipio sano y respetado por las epidemias de fiebre amarilla y el cólera. Y por las infraestructuras de envergadura que se realizaron en este entorno: la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción; la iglesia de San Pedro, la carretera de 2º orden de Las Palmas a Agaete, el embarcadero de Las Nieves, el estanque de avituallamiento para todo tipo de embarcaciones que recalaban en el puerto, la recova, y el cementerio público.
Agaete fue uno de esos pueblos del interior de la isla que si bien estaban comunicados mediante caminos reales, permanecían aislados y distantes de la capital, aunque se vio favorecido por las condiciones naturales de su ensenada, que lo acercaba más con la isla de Tenerife: «la primera tierra», como la llamaba la prensa. Al iniciarse el siglo diecinueve las infraestructuras y edificios estaban viejos y obsoletos, aunque les esperaban un devenir esperanzador en aplicación a las disposiciones y normativas y a los nuevos derroteros políticos.
Como la mayoría de los municipios, a lo largo de esta centuria se pusieron en marcha los principales servicios básicos, forjándose los cambios más trascendentales gracias al impulso dado por sus gobernantes y moradores. Asimismo, su aislamiento contribuyó a potenciar su capacidad económica gracias a la situación de su puerto, capitaneando gran parte del comercio con la vecina isla. Productos que no se vendían en la capital, debido a las dificultades del transporte por carretera, se exportaban a Tenerife, donde se adquirían preferentemente y de manera rápida. Prefiriéndose este puerto, a pesar de no tener desembarcadero cómodo y seguro que facilitara las faenas propias de un comercio activo, por su rapidez y economía cuando reinaban las calmas. Mientras que cuando los vientos eran contrarios, los barcos de cabotaje en vez de dirigirse a la Isleta (Las Palmas de Gran Canaria) desembarcaban los pasajeros en este puerto, desde donde se dirigían luego a Las Palmas.
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El siglo xx comenzaba con la erección de la llamada «cruz del siglo» en el Roque de Las Nieves; en el inicio de esta centuria Agaete continuaba siendo una comarca agrícola y ganadera de suma importancia. Quizás menos diversificada que en la etapa anterior, pero con una interesante producción de caña de azúcar, maíz y mucho ganado. Siendo su industria más importante la azucarera, la elaboración de manteca de vaca y el floreciente turismo de salud y ocio, gracias a las aguas termales de Los Berrazales y a la proyección de las fiestas de la Virgen de Las Nieves en el exterior1. Prosperidad que se vio amparada por el trasiego portuario, al acierto de sus infraestructuras y edificios públicos y a la labor emprendida en la escuela de enseñanza elemental y de adultos, con prestigio en toda Canarias.
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A Agaete y a su valle se le ha considerado siempre como un lugar paradisiaco y salvaje, alabado por todos los que lo visitaron y recomendaron como remedio para la cura de las enfermedades del «cuerpo y del alma». Adquiriendo notoriedad a raíz de los relatos de Olivia Stone y de José Sánchez y Sánchez, los trabajos de investigación del Dr. Marino Garralda Iribarren y por las estancias de los poetas Tomás Morales Castellano y Alonso Quesada. El primero por su apego al lugar y a las propiedades familiares y el segundo por su amistad con el poeta modernista, además de buscar en los aires de Agaete y de su valle un alivio a sus males; que según se dice:
«En Agaete pasó Alonso Quesada largas temporadas tratando de recuperar la salud al soco de las aguas ferruginosas de Los Berrazales, restaurando las cavernas de sus pulmones con el reconstituyente natural que es el aire del valle, entre el descanso y la charla amigable con Tomás Morales…»2.
Agaete y su valle llamaron la atención de acreditados fotógrafos como Teodoro Maisch, que en 1927 tenía estudio en la calle León y Castillo número 25, y el Círculo Mercantil le organizó una exposición fotográfica el 21 de agosto de 1929, donde se pudo contemplar paisajes de La Aldea y de Agaete.
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La bahía y puerto de Las Nieves, lugar de entrada principal de mercancías y pasajeros hasta finales del XIX. Fotografía de Teodoro Maisch, 1925-1930. FEDAC
También los fotógrafos de la maestría de Carl Norman, 1893, E. Rodríguez Bross, 1893, Leopoldo Ojeda, 1934, Oscar Jablonowski, 1935, José Hernández Gil, 1953, José Arencibia Gil, 1949, Ricardo Pavón, 1932, Tomás Gómez Bosch, 1945, José Arencibia Gil, 1949, el galdense Juan Medina Ramos, 1955 y Chano Sosa, 1960, fotografiaron este Agaete desde la «cumbre» hasta la «costa» y retrataron estos parajes y a sus gentes.
Así como el fotógrafo Luis Moreno Sosa, natural de Guía donde nació en 1903, emigrando luego con su familia a Cuba, de donde regresaron en 1920. Tenía estudio en la calle Blasco Ibáñez en Las Alcaravaneras, «Foto Moreno», aunque acudía los fines de semana a su pequeño estudio que tenía en Guía3.
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Antiguo camino del valle en las inmediaciones de la «Casa Amarilla».
Foto de Carl Norman, 1893. BVPB-MECD
Poetas, periodistas, investigadores y escritores como López de Ulloa, 1646, el Corregidor de la Santa Ariza y Castilla, 1764, George Glas, 1764, Aranda, 1772, Viera y Clavijo, 1773, Hermosilla, 1779, Floridablanca, 1787, Madoz 1845-1850, Déniz Grek, 1854, Pedro de Olive, 1865, Gregorio Chil y Naranjo, 1880, Olivia Stone, 1883-1884, René Verneau, 1890, Prudencio Morales y Martínez de Escobar, 1892, Francisco Escolar y Serrano, 1793-1896, Samler Brown, 1889, Juan de la Puerta Canseco, 1897, Amaranto Martínez de Escobar, 1900, Sabino Berthelot, 1870, Cipriano Arribas y Sánchez, 1900, Crescencio Rodríguez Rivero, 1904, Jacinto Terry (Tenesor), 1927, Miguel Santiago Rodríguez, 1932, Juan del Río Ayala, 1934, Andrés Hernández Navarro, 1957, Luis Rivero Luzardo, 1974, Juan Sosa Suárez (Belarmino) y Ervigio Díaz Bertrana, 1960, escribieron sobre este paraje, contribuyendo a difundir de manera particular sus bellezas y cualidades.
Asimismo, las publicaciones, las guías turísticas, los folletos, los mapas y postales, junto a la creación de la Junta de Turismo de Gran Canaria, la Sociedad de Fomento y Turismo, el Patronato Provincial de Turismo y del Sindicato de Iniciativas y Turismo, dieron a conocer este rincón de Gran Canaria. Para una referencia, la Junta de Turismo se fundó el 10 de febrero de 1910 y la Sociedad de Fomento y Turismo el 15 de septiembre de 1915. El Patronato Provincial de Turismo en diciembre de 1928 y el Sindicato de Iniciativas y Turismo el 26 de julio de 1934, pasando a denominarse luego Centro de Iniciativas y Turismo el 6 de abril de 19594. Instituciones que tuvieron un papel preponderante en la promoción turística del balneario, como de los establecimientos hoteleros.
Un dato curioso para la historia de este municipio tiene lugar en la sesión extraordinaria de 11 de enero de 1925, en la que se rinde homenaje a Alfonso xiii y a Victoria Eugenia de Battenberg, nombrándoles Alcaldes Honorarios. Años después, en plena hegemonía de la dictadura de Primo de Rivera y al hacerse efectiva la «división provincial», según decreto de septiembre de 1927, el pleno presidido por José Armas Galván, acordaba el 16 de octubre nombrar Hijos Adoptivos al Marqués de Escilla Severiano Martínez Anido y a Gustavo Navarro Nieto, por su empeño en este largo proceso. Asimismo, el 3 de septiembre de 1928, se nombraba Alcaldes Honorarios a Miguel Primo de Rivera y a Severiano Martínez Anido, por el quinto aniversario del advenimiento de la dictadura, dándosele el nombre de xiii de septiembre a la añeja calle de La Cruz.
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Para una referencia sobre este periodo (que abarca desde finales de la Dictadura de Primo de Rivera hasta la ii República), la corporación municipal adquiría, el 3 de julio de 1927, un retrato de Severiano Martínez Anido, como Ministro de la Gobernación; homenajeando a la Reina Victoria Eugenia de Battenberg (esposa de Alfonso xiii) el 4 de septiembre de 1929, importando los gastos cien pesetas. También, el 4 de noviembre de 1929, contribuyó la corporación municipal con cincuenta pesetas para el homenaje que se le estaba preparando al ex Ministro del Interior Severiano Martínez Anido, cantidad que fueron abonadas en el Gobierno Civil de Las Palmas.
Asimismo, la institución municipal se hizo cargo de la compra de «dos fotografías» del General Miguel Primo de Rivera y Orbaneja el 28 de febrero de 1930 (para las dependencias municipales), siendo el importe de cuatro con cinco pesetas, que fueron satisfechas a Manuel Bernat a través del depositario del ayuntamiento Miguel Quesada Saavedra. Muchos fueron los que se afiliaron a la «Unión Patriótica» durante la dictadura, para luego militar en los partidos republicanos. En este vaivén de cambios políticos, tiene lugar adquisición de la tela para una bandera tricolor a Agustín Bermúdez Álamo (con tienda en Las Nieves), el 10 de septiembre de 1933, cuyo costo fue de veintiuna con cincuenta y seis pesetas. Visitando este pueblo el 30 de diciembre de 1933, el Ministro de Obras Públicas Rafael Guerra del Río, miembro del Partido Republicano Radical; siendo frecuentes las visitas del Gobernador Civil al pueblo.
Designándose provisionalmente Alcalde a Matías García Martín; que a los dos días de tomar posesión abría la sesión acordando la corporación por unanimidad suprimir el impuesto de «consumo» por ser anacrónico, injusto y perjudicial para la clase proletaria.
Con todo, se reparan las calles, las aceras, se adquieren las placas (doce) para rotularlas y se procede a empedrar las más significativas y transitadas, formando dibujos llamativos según la pericia de los maestros albañiles. Se repara también la Fuente del Barranco, las plazas públicas, la plaza de mercado (recova), la pescadería y la carnicería, a causa de las grandes precipitaciones que tenía lugar en la zona, destrozando o depositando las escorrentías los materiales de arrastre.
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Rafael Guerra del Río, Ministro de Obras Públicas, visitó Agaete en 1933.
Obras significativas como la plaza mayor comienza su reforma a través de los planos y dirección del ingeniero Simón Benítez Padilla; el arreglo del cementerio católico; la canalización de las aguas de suministro y un pilar de abasto público. La obra de mayor envergadura en este momento era la carretera desde la «Cruz Chiquita hasta las Casas del Camino», y la llamada carretera de «Las Vueltas», continuando con las expropiaciones para llevar a término la adjudicación del trazado. Mientras tanto, en 1930, tenía lugar los trabajos del deslinde entre Agaete y Gáldar; le seguiría luego el de Agaete con Artenara, por Barranco Hondo.
Se lleva a cabo un ambicioso programa de ajardinamiento y plantación de árboles en las principales vías, plazas y cuesta del cementerio; con encargado del riego y la adquisición de latas para el agua de riego. Al tiempo que se subasta y se levanta la llamada «plaza oeste» de la iglesia y se procede a la reparación de la plaza de San Pedro. Además de dotar al caserío de El Risco de escuela para niños y niñas.
En cuanto al alumbrado, pasamos de las luces de carburo al gasoil. Pero mientras en el casco se introduce el alumbrado público, en los barrios continuaba la luz de carburo y de gasoil, con sus encargados respectivos para el encendido y apagado de los faroles, tanto de pies como adosados a la pared; fluido eléctrico regentado por su propietario Juan García Rosario, que luego pasó a manos de Segundo Rosario Jiménez.
Las fiestas principales seguían en manos de una comisión de fiestas, que cada vez recibían más público, algunos aprovechando el auge de las aguas termales; aportando el ayuntamiento los voladores principalmente, y algún que otro recurso económico, la mayoría de las veces a solicitud del párroco (trono, retablo).
![[Img #33300]](https://infonortedigital.com/upload/images/10_2025/5594_antonio6.jpg)
Arrieros y carretera en ejecución a la altura del «Roque de Chapín» a La Cruz Chiquita,
1923-1926. Fotografía de Teodoro Maisch. BVPB-MECD
Agaete era principalmente productor de productos de la tierra, aunque aquí se instalaron manufacturas y empaquetadoras hasta bien entrado el siglo anterior, una de ellas fue la Elder en 1930. Pequeñas industrias para lustrar cochinillas, carboneras, panaderías, confección de calzado, industria azucarera, de navegación, conserveras, de importación y exportación, tuvieron su asiento en este municipio.
Aún así, el número de familias registradas en la Beneficencia Municipal era muy alto, socorriéndoles la corporación con la gratuidad de los servicios sanitarios, con leche y queso para los más pobres y necesitados. En ocasiones las arcas municipales no soportaban los gastos y suspendían los pagos, incluso los servicios esenciales como el de practicantes, matrona y veterinario.
En definitiva, un campo de futbol oficial en Las Nieves y un equipo, el CF. Español. Casetas de vigilantes de consumo y fielato en «Las Chisqueras», en la calle Concepción, número 17, y en «Los Llanos de Agaete».
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En este periodo, a la villa de Agaete, entre 1927 y 1935, recalaron numerosos exploradores y científicos, quien en viaje de estudio alrededor del mundo llegaron a este municipio, donde fueron gratificados por la institución municipal por el simple hecho de acercarse a este lugar y divulgar sus excelencias, gratificándolos con la comida, el hospedaje o con dinero para costearse la estancia.
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Fachada a la calle Antonio de Armas de la casa Ayuntamiento, institución desde donde se impulsó y se gratificó a los exploradores. Fotografía del autor, 1978
Henry Edgar Sibrower. Durante este periodo, merece destacar al explorador Henry Edgar Sibrower el 29 de febrero de 1929, que visitó la villa durante su viaje de instrucción con destino a Hispanoamérica en globo, con el propósito de establecer un record mundial de recorrer el mundo en doce años. Henry Edgar Sibrower se encontraba el 13 de enero en Las Palmas y su pretexto era dar la vuelta al mundo sin dinero, habiendo recorrido en cinco años 9.949 km.
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Castro Valera. En los meses de abril y mayo de 1929 fue el explorador español Castro Valera, quien daba la vuelta al mundo, visitó el pueblo. El 4 de mayo se apunta las cinco pesetas con la que se le gratificó.
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Carlos González Mora y Rafael Hidalgo. También el explorador Carlos González Mora y el fotógrafo Rafael Hidalgo recalaron en este municipio. Para una referencia sobre la semblanza de los exploradores que nos visitaban, el 11 de enero de 1929 la prensa publicaba que el expedicionario Carlos González Mora, partiendo de las costas canarias, tenía previsto realizar una incursión alrededor del mundo, proponiéndose recorrer unos 150.000 km. Teniendo como objetivo hacer una extensa propaganda de Tenerife, exhibiendo fotografías de la isla por todos los lugares que visitaba, para lo cual solicitó a la Junta de Turismo que se las facilitara. Sin embargo y a causa de los persistentes y violentos temporales que tuvieron lugar en Europa, tuvo que regresar a Tenerife, después de haber recorrido España, Portugal, Francia y el norte de África. Habiendo sufrido severos inconvenientes a causa de la cantidad de nieve que cubría los senderos y rutas a su paso por el Pirineo.
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Moto Royal Enfield, de idénticas características a la utilizada por los exploradores Carlos González Mora y Rafael Hidalgo
Lejos de amilanarse y renunciar, preparaba el viaje interrumpido. Por ello y como preámbulo, a principios de abril de 1929, junto al fotógrafo Rafael Hidalgo y al mecánico José Hidalgo, organizaba una excursión alrededor de Tenerife. Teniendo en mente los expedicionarios partir a principios de junio a Gran Canaria, desde donde embarcarían para recorrer en motocicleta, de la marca Royal Enfield, Europa, Asia y África.
A principios de mayo los jóvenes exploradores se encontraban en Las Palmas, que según los medios pretendían recorrer 184.000 km en 285 etapas, teniendo por objetivo la publicación de un libro sobre los países a visitar, con sus costumbres y tradiciones. Durante su estancia en Gran Canaria visitaron sus pueblos con el propósito de realizar una intensa propaganda de sus bellezas, recalando en Agaete por lo que el ayuntamiento les gratificó generosamente, con cinco pesetas. A finales de 1932, Carlos González Mora fue llamado como mozo de reemplazo en la Comandancia de Marina, siendo movilizado en enero de 1933.
Gaspar Vilmos. A este explorador húngaro, que visitó la villa en 1929, también en vuelta al mundo por viaje de estudios, contribuyó el ayuntamiento con cinco pesetas.
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Ricardo Fernández Amores. En octubre de 1929 el explorador, que daba la vuelta al mundo a pie, arribaba en Gran Canaria con el propósito de explorar todas aquellas cuevas que por su dificultad no habían sido rastreadas, y buscar restos y objetos de la cultura aborigen; y como no podía ser de otra manera, visitaba también nuestro pueblo; y se le gratifica con cinco pesetas.
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Explorador francés. También, en febrero de 1930, se gratificaba con cinco pesetas a un explorador francés que daba la vuelta al mundo en viaje de estudios.
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Calle José Sánchez y Sánchez, vivienda núm. 1. edificio que albergó la antigua Fonda de Juan Tadeo Rodríguez, donde se hospedaron los exploradores de visita a Agaete. Fotografía del autor, 2025
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K.M. y W.K. En mayo de 1930 los periodistas alemanes k.m. y w.k., viajaban alrededor del mundo para estudiar las costumbres y las lenguas de todos los países que visitaban. La corporación municipal les gratificó con diez pesetas el 31 de mayo.
Sobre estos dos exploradores alemanes del siglo xx no hemos encontrado referencias y no aparece en el listado alfabético de expedicionarios de este país. El explorador con las iniciales «k.m.», podría referirse a Konrad Meissner, un geógrafo y explorador que realizó expediciones a África y Asia central. Sin embargo, no hay información específica sobre un explorador llamado «k.m.» que sea ampliamente destacado. Es posible que la consulta se refiera a un expedicionario no acreditado o que se haya omitido.
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Turista Franco–belga. Igualmente, en agosto de 1930, un turista franco belga, que recorría el mundo con fines deportivos y propagandísticos. Se le gratifica con cinco pesetas en concepto de subvención con fines deportivos y propaganda turística en auxilio para gastos de su viaje.
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Franco–Italiano. Gratificación de diez pesetas dadas el 25 de febrero de 1931 a los italianos que en propaganda internacional franco italiano de la lengua «esperanto», dan la vuelta al mundo.
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Exploradores. Que visitaron en el mes de marzo esta villa en viaje de ensayo. Se les gratificó con el importe del alojamiento en la pensión de Juan Tadeo Rodríguez; el pago se hizo efectivo el 18 de abril de 1931, suponiendo para las arcas municipales dieciocho pesetas. No se citan sus nombres.
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Antonio Blanco. Este explorador visitó el municipio el 28 de junio de 1932, y la corporación municipal le compensaba con cinco pesetas.
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Barto Plecity. El 17 de noviembre de 1930, a Barto Plecity, que visitó la villa en viaje científico, se le gratificó con cinco pesetas, así como a un grupo de italianos, en febrero de 1931, que promocionaban el «esperanto» por todo el mundo.
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Exploradores. En 1932 y 1933 continuaban llegado a la villa exploradores en viaje de estudios y en ocasiones, en vez de la ayuda económica habitual, se les gratificaba con el alojamiento y la manutención. De 18 de marzo de 1932 es el pago de treinta y cinco pesetas a Juan Tadeo Rodríguez por el hospedaje de los expedicionarios que arribaron a la villa en marzo.
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Periodista francesa. Igualmente, en mayo de 1934, la corporación municipal ponía a disposición de una periodista francesa el automóvil de José Rosario con el propósito de realizar varios recorridos por el valle y el municipio de Gáldar, siendo acompañada en todo momento por una representación de la alcaldía. Se acordó el pago de veinticuatro pesetas en la sesión de 18 de mayo, y se hizo efectivo el abono el 25 de junio.
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Ramiro Moyá Sanz. También, el capitán y explorador valenciano Ramiro Moyá Sanz, que había recalado en Gran Canaria, visitaba el 21 de abril de 1934 Agaete, gratificándosele con cinco pesetas durante su estancia, además del hospedaje y la comida. De 10 de julio 1934, a Juan Medina García, se le abona siete pesetas del hospedaje y la comida. Permaneciendo en la isla los exploradores hasta el mes de junio, donde visitó todos los pueblos, entidades y lugares de interés. Calificándolo la prensa de personaje culto e incansable andador, después de haber recorrido más de 24.000 km a sus 49 años. En su aval estaba el haber recorrido principalmente el continente americano, donde visitó tribus desconocidas y convivió con las tropas del general nicaragüense Sandino, que le entrañó numerosos peligros.
Una vez aquí, tenía el propósito de recorrer todos los pueblos del archipiélago para interesarse por su cultura, pronunciando conferencias en muchos sitios, con el objetivo de editar un libro de su peregrinaje.
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Gabriel Marsi. El 6 de junio de 1934 era el turista y explorador húngaro Gabriel Marsi, en viaje de estudios, el que visitaba la villa, que había llegado a Las Palmas, procedente de Barcelona, el 16 de mayo; se le gratificó con cinco pesetas.
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Adolfo Pollah Ereymaun. También en viaje de estudios llegaba a este pueblo el 12 de junio de 1934 el periodista rumano Adolfo Pollah Ereymaun, cuyo propósito era editar un libro con el título de La Civilización Europea. Se le gratificaba con cinco pesetas, según acuerdo de 15 del mismo mes.
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Carlos Grimm. Al explorador alemán Carlos Grimm (Grirem), en viaje de estudios a pie, se le gratificó durante su visita a la villa el 9 de julio de 1934, con cinco pesetas.
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Periodista húngara. Por orden del Alcalde, se gratificaba con diez pesetas a una periodista húngara que visitó el pueblo en marzo de 1935; autorizándose el pago el 15 de marzo.
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Periodista francesa. Mientras que en mayo de 1935, se le facilitaba a una periodista francesa dos caballerías del arriero Antonio Jorge Cruz, para trasladarse al balneario de Los Berrazales durante el viaje que realizó a este municipio. Se acuerda librar a su favor del arriero la cantidad de doce pesetas por el importe de dos jornales.
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En definitiva, en este listado de exploradores intrépidos que visitaron nuestro pueblo, hay un ideario común, que de una manera u otra dieron a conocer las «maravillas» de Agaete y de sus aguas minerales, de ahí la llegada de usuarios de otras nacionalidades. Más allá de 1935, no consta pagos a exploradores, periodista, extranjeros ni a visitantes en viaje de estudios, actividades deportivas o dando la vuelta al mundo por cualquier motivo.
Lo decía el 9 de abril de 2011, el día del nombramiento de Hijo Predilecto de Agaete que:
«Agaete, es uno de los municipios de la isla de Gran Canaria que difícilmente se puede olvidar, permanece en la memoria y en el recuerdo. Agaete ha sido tierra de músicos e intelectuales, de maestros, de poetas, de periodistas, cronistas y artistas.
Agaete, es centro de coordenadas históricas, encrucijada de caminos y cruce de culturas, lugar desde donde se cambió la visión cósmica que se tenía del mundo por un horizonte de mayor universalidad, abriéndose una puerta al cambio y al progreso. Lugar desde donde se promovió la normalización, permitiendo la coexistencia de dos culturas, dos mitos y dos creencias; y desde donde se facilitó la integración apacible en el mundo occidental, a los modelos europeos, a la antropización y la transformación del espacio.
Agaete, es tierra de la libertad individual y marco de identidad múltiple, de tolerancia, sociedad abierta, aunque también maltratada y desamparada en ocasiones. Escenario donde tuvo lugar numerosos episodios, escribiéndose notables páginas de la Historia de Canarias, además de despensa agrícola de Santa Cruz de Tenerife, pueblo en rebeldía durante la revolución de 1868 y puerto de 2º orden de gran escala en el Atlántico medio».
Este es el Agaete, de exploradores románticos, viajeros y geógrafos, botánicos y militares de renombre, que dieron fama, prestigio y reconocimiento a esta localidad.
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Puedes visualizar el trabajo en formato libro digital pinchando sobre la siguiente imagen.
1 González, 1902, p. 63. La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria, 14 de mayo de 1929), p. 12.
2 Santana, núm. 86, 1977, pp. 24-25.
3 La información se la debemos al investigador, archivero y Cronista Oficial de Guía de Gran Canaria Sergio Aguíar Castellano.
4 Domínguez Mujica, núm. 4, 2007, p. 282; Hernández Jiménez, 1994, pp. 14.
Antonio J. Cruz y Saavedra
Licenciado en Historia del Arte
Catedrático de Enseñanza Secundaria
Universidad de La Laguna




























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