En Canarias se prostituye a la energía

Paco Vega

[Img #3806]Canarias tiene potencial suficiente para gestionar sus propios recursos, entre ellos la energía, pero una combinación de factores históricos, políticos, económicos y sociales impiden su pleno desarrollo, y de ahí las consecuencias que bloquean todo tipo de políticas eficientes para Canarias, también la implementación de políticas energéticas realmente sostenibles y de futuro.

 

El futuro energético de Canarias no puede entenderse sin la palabra "descentralización". Durante décadas, el archipiélago ha dependido de un modelo centralizado insular y muy contaminante, basado en grandes centrales térmicas que queman combustibles fósiles. Sin embargo, la condición de islas -con recursos naturales únicos- obliga a repensar esta estrategia. La transición hacia un modelo descentralizado, impulsado por energías renovables, no es una opción sino UNA NECESIDAD, evitando al mismo tiempo la nefasta tela de araña que conforman las numerosas líneas aéreas de alta tensión que inundan territorios y parajes naturales.

 

En Canarias se prostituye la energía” cuando se “entrega” a manos privadas toda la producción de renovables, en lugar de ordenar nuestras necesidades energéticas desde lo público, con una mínima previsión de futuro, escuchando a los técnicos canarios en lugar de atender a los poderosos lobbies de la energía. Entregar la energía a intereses privados significa en la práctica vender nuestra alma y nuestro ser, poniendo nuestro futuro en manos foráneas. El tránsito a las renovables es el momento perfecto para devolver la energía a un modelo público/privado, en el que el protagonismo esté en manos de los canarios. En vez de eso se privatiza aún más, perdiendo el control de un sector estratégico para Canarias. Entre tanto, además, se les favorece con millonarias subvenciones a proyectos sobredimensionados y agresivos con nuestro territorio, aplicándoles a la mayoría de ellos la condición de “interés general, público o social”, con lo que las leyes de protección del territorio quedan en papel mojado frente a estos ecocidios. La voracidad y ambición de estas empresas, la mayoría con residencia fiscal en la España peninsular o partícipes de fondos de inversión extranjeros, hacen tabla rasa del territorio.

 

La dependencia de los combustibles importados no solo genera una huella de carbono masiva, sino que también nos priva de la deseada soberanía energética. Soberanía que tampoco se consigue entregando la generación de renovables a empresas privadas que destrozan barrancos y parajes naturales. La respuesta está en la propia geografía y clima de las islas: el sol, el viento y nuestro origen volcánico. La transición a un modelo descentralizado, donde cada isla y, en el futuro, cada comunidad, empresa o vivienda, pueda generar y gestionar su propia energía, es el verdadero camino hacia una soberanía energética sostenible.

 

Es de sobra conocido que, el principal desafío de las energías renovables está en su intermitencia. El sol no siempre brilla y el viento no siempre sopla. Es aquí donde la descentralización la acumulación se vuelven cruciales. La clave no está en instalar grandes superficies de paneles o aerogeneradores, incidiendo en el mismo modelo centralizado y obsoleto que el de las fósiles, sino en combinar fuentes renovables y descentralizadas con sistemas de almacenamiento de energía. Las baterías se posicionan en este punto como la solución más óptima. Pero también es crucial que las fuentes de generación tradicionales tengan la máxima flexibilidad. La mayor parte de la energía en las islas, tiene su origen en grandes motores de combustión obsoletos, que ya han superado su vida útil y que no pueden ser parados cuando la generación eólica o solar tienen su máxima penetración en el sistema, por lo que gran parte de las renovables se pierde. Se necesita por tanto renovar con urgencia estos motores de combustión por otros modernos, flexibles y de menor caballaje, que puedan entrar y salir del sistema a demanda de la producción de renovables. Sólo así se conseguiría la máxima penetración en el sistema de energías limpias, en unión a sólidos sistemas de acumulación por baterías. No es viable por tanto, que se permita la instalación de renovables sin capacidad de acumulación propia y sin el máximo respeto al entorno natural en el que se implantan. No parece de recibo invertir en renovables con la filosofía de la protección ambiental, mientras se destroza el territorio.

 

Además, el origen volcánico de Canarias ofrece todo un potencial en materia de generación de energía como es la geotermia. Esta fuente de energía limpia, constante y predecible, podría complementar la producción eólica y solar, asegurando el suministro las 24 horas del día. Es un recurso que nos diferencia y que puede ser un potencial de cara a la máxima descarbonización, pero que por “extrañas circunstancias” en Canarias nunca ha pasado de aislados estudios de investigación, al contrario de lo que sucede en el Archipiélago de Azores, en el que la geotermia es un pilar fundamental de su producción energética.

 

La planificación, una vez más, se vuelve vital en un sector estratégico como LA ENERGÍA. No podemos permitir que nadie, desde ultramar, venga a planificar nuestro futuro, tampoco el energético.

 

Paco Vega

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