
El último libro que el Cronista Oficial de Guía ha escrito y publicado es una joya auténtica: Sergio Aguiar Castellano, Guía ayer y hoy a través de las fotografías de Paco Rivero (1944-2003), EDIGECA, Canarias, 2025.
Hay que leerlo con tranquilidad y tras una etapa visual de imágenes de toda una trayectoria, la palabra se sustancia debidamente: ambas están tan unidas que precisan la una de la otra para una completa visión de la propuesta de Sergio Aguiar: amante de su ciudad y difusor claro de la vida cotidiana, la que cada día se sustancia de manera inflexible y que pocos estamos dispuestos a ver claramente. Por eso este libro resulta necesario donde cada imagen desborda recuerdos y emociones dignas de tener en cuenta. Es una obra de necesidad imperiosa: como lo tenemos en un banco de la cocina, cada vez que lo abrimos ahondamos en su texto y en sus imágenes. Un trozo de periódico, a modo de marcapáginas, indica el tiempo y la regularidad de su lectura.
Tras un magnífico prólogo del profesor Félix Delgado, Doctor en Historia del Arte de la UNED de Lanzarote, las palabras del cronista toman forma y trascienden su espacio inicial: Guía. Porque al hablar del entorno que más conoce, se vuelve universal donde el costumbrismo ha ido a tomar por saco. El prologuista lo ha sabido expresar correctamente: “el libro es síntoma de la responsabilidad y cariño que siente el autor por Guía”. Y eso es una verdad incuestionable. Estamos ante un volumen libre y completo donde la vida no solo surge en cada página, sino que las imágenes de Paco Rivero vuelven a la realidad para ya nunca más marcharse: el fotógrafo se quedará para siempre. Y, de camino, la labor seria e impagable de Sergio Aguiar Castellano resultará, además de definitiva, también superará el tiempo y su entelequia.
Además de repasar la existencia de otros fotógrafos, se centra el autor en la figura del homenajeado, que desmenuza con acierto, respeto y consideración. Tras una biografía completa, el autor reproduce las palabras y las imágenes que Paco Rivero captó en su momento, convirtiéndolas con el paso del tiempo en huellas imborrables de una existencia que sí tuvo lugar. Sergio Aguiar reproduce no solo los instantes de una vida, sino que ha sido tan generoso que se ha acordado de los que a su lado estuvieron en la ciudad de Guía: símbolo de una existencia y de una manera de hacer acorde con el momento.
Por eso las imágenes de Paco Rivero resultan perennes como las hojas de los árboles que nunca llegan a desprenderse. Inmortales son las imágenes de un fotógrafo consolidado e inmortal es el libro que el Cronista de Guía nos ha regalado a la novelería visual: otra huella indeleble en el camino.
Juan FERRERA GIL
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