
Cuando el barrio aruquense de La Calva es rodeado por la luz expansiva del arcoíris, viene a significar que en la ladera donde habita se precipita ante la mirada novelera del aficionado fotógrafo. Desde allí luce majestuoso y, sin embargo, su nuevo acceso, pendiente aún, no adivina lo que el lugar encierra. A pesar de la dificultad con que cuenta la vecindad, éste no parece el momento adecuado para destacar lo que lo ensombrece, sino la luz que irradia al corazón de todos los aruquenses. Otra manera de protestar y llamar la atención, sí.
Juan FERRERA GIL
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