
Las imágenes superpuestas son iguales a las reales.
Solo que esta vez el ilustrador o ilustradora ha recreado una ciudad que su imaginación provoca y nos la ofrece para el deleite natural de los que miramos con detenimiento. Es como escribir un poema o una novela. Los dibujos y los colores no solo sustituyen a las palabras, sino que, además, las llenan de vida y, muy probablemente, en el trajín diario ni siquiera nos llegamos a percatar de los dibujos expuestos. Y dicen mucho más de lo que muestran. Solo hay que mirar y leer entre líneas. Que no es poco. Y está bien que los dibujos se interpongan a nuestro paso y evoquen y cambien las realidades de sitio, aunque estén cerca.
Y, además, que los juegos infantiles de siempre regresen del olvido que las pantallas han idolatrado y olvidado.
Juan FERRERA GIL
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