
El Sardina C.F. firmó en la tarde de ayer una victoria de oficio y serenidad en la siempre exigente visita al Tejeda MMXXI, C.F. (1–2).
En una jornada marcada por el calor sofocante en la cumbre, el conjunto norteño supo leer el partido con temple, sufrir cuando tocó y golpear en los momentos clave para llevarse tres puntos que alimentan la confianza en una Segunda Regional que se antoja muy competida.
El encuentro arrancó con brío del cuadro local. Los de Tejeda encontraron pronto una rendija por dentro y obligaron al guardameta visitante a lucirse en una intervención que sostuvo a los rojillos. Ese susto activó al Sardina, que dio un paso al frente y empezó a ganar segundas jugadas, a estirarse por bandas y a percutir con criterio. Fruto de ese empuje llegaron varias ocasiones claras, incluida una madera que avisó de lo que estaba por venir.
Al filo del descanso, una jugada bien trenzada por el costado encontró a Borja con el punto de mira afinado: definición seca y al fondo de la red para el 0–1. El gol hizo justicia al tramo final de la primera parte, en el que el Sardina gobernó los tiempos y desactivó a un Tejeda batallador, siempre arropado por su público.
Tras el paso por vestuarios, el Tejeda MMXXI adelantó líneas empujado por la necesidad. El Sardina respondió con oficio: líneas juntas, ayudas constantes y salida limpia cada vez que se recuperaba. En una de esas transiciones, una acción de mucha habilidad dentro del área terminó con penalti. Ángel asumió la responsabilidad y no falló desde los once metros para poner el 0–2, una renta que parecía encarrilar el botín.
Lejos de bajar los brazos, el conjunto local tiró de orgullo y volvió a cargar sobre el área visitante. El portero del Sardina se mostró de nuevo muy seguro por arriba y a ras de césped, multiplicándose para neutralizar centros y segundas jugadas. Ya en el tiempo añadido, Víctor encontró el premio a la insistencia con el 1–2, estableciendo un final de partido con suspense que, sin embargo, el cuadro norteño supo gestionar sin concesiones.
El pitido final selló un triunfo con firma coral: solidez atrás, sacrificio en las coberturas y pegada en las áreas. Borja y Ángel rubricaron el trabajo ofensivo y, detrás, un bloque comprometido sostuvo el plan en el tramo de mayor apretura. Más allá del marcador, el Sardina se marcha de Tejeda con una sensación valiosa: la de un equipo que sabe competir en escenarios complejos y que ha encontrado la manera de madurar los partidos.
Primer gran zarpazo a domicilio y un mensaje para el campeonato: este Sardina C.F. tiene argumentos para mirar hacia arriba. Queda mucha tela por cortar, pero victorias así, en altura y ante un rival intenso, construyen temporadas.
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