
“Cuando la derecha asalvajada se hizo con el poder municipal, su medida estrella consistió en poner de nuevo en marcha los tres cines que en la dictadura franquista tuvieron su apogeo. No solo vendió el Cine Rosales a la familia de siempre, sino que hizo lo mismo con el Cine Viejo y el Díaz. Obligó la nueva corporación a sus involuntarios y forzados propietarios a poner en marcha las películas que significaron una época y, con el ánimo de ganar espectadores, subvencionó distintas proyecciones. Eso sí: con la llegada de la Semana Santa se producía un desnortado bucle: los cines paraban y sus cartelerías, que habían regresado a las paredes acostumbradas, fueron eliminadas hasta que el Domingo de Resurrección volvieron a ocupar los lugares de siempre. Este experimento social, que había convertido a Arucas en referencia nacional, fue tan notorio que decidieron exportarlo sin percatarse de que las costumbres eran otras y que todo resultaba muy caro para las estrechas arcas municipales. Pero esa es otra historia.”
Juan FERRERA GIL
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