LA BRISA DE LA BAHÍA (253). Los finales

La curiosa costumbre de leer los finales revela la diversidad de hábitos lectores y la libertad inherente al acto de leer, en un mundo donde cada quien elige su propio camino entre las páginas.

Juan Ferrera Gil Lunes, 20 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:
Portada de "La llamada"Portada de "La llamada"

Sostiene Leila Guerriero, la autora argentina de La llamada, un retrato, Anagrama Narrativas Hispánicas, Barcelona, 2024, en su columna de EL PAÍS del pasado sábado, 26 de julio de 2025, que siempre, o casi, lee los finales de las novelas que se dispone a leer o releer, más que nada “por ver cómo resuelve el autor esa magia difícil”. Entonces, y rápidamente, me acordé de una compañera del Club de Lectura que hace lo mismo: ansía conocer cómo resuelve el escritor el final: casi siempre lo anticipa.

 

Desconocemos el valor de ese deseo. Es más, ni siquiera se nos había ocurrido hasta que lo escuchamos por primera vez. Ha bastado ahora que una voz autorizada y desconocida incida sobre el asunto para que le demos otra vuelta de tuerca. Lo que nos parecía una especie de aberración que provocaba cierta sonrisa y comentario sobrevenido se convierte, en estos instantes, en otra manera de mirar. Es cierto que nunca llueve a gusto de todos y que cada uno lleva siempre sus manías encima. Debe ser eso. Estoy leyendo en estos momentos la novela del noruego Tarjei Vesaas, Los pájaros, Nórdica Libros, Salamanca, 2025, que adquirimos por su sugerente portada, y, a pesar de que su forma de escribir no nos atrae especialmente, en cambio, sí su contenido. Por lo pronto estamos tan intrigados que no se nos ocurre adelantar el final por ver cómo lo afronta y cierra la historia tan peculiar que cuenta. Por eso decíamos antes que cada lector tiene sus propias pautas. Como debe ser. Y, al decir lector, dentro va también el papel de escritor, lo ejerzamos o no.

 

O sea que la supuesta manía que desempeña mi compañera de Club de Lectura lo miraré de ahora en delante de otra forma, más que nada porque no hay ni siquiera tres líneas escritas sobre lo que debe ser correcto o no. En fin, que siempre se aprende algo leamos o no el final, que conlleva su aquel. Y no pasa nada. Lo importante es leer, que en estos tiempos más bien asirocados se ha convertido en una especie de hazaña personal llena de libertad.

 

Libertad infinita, como los paisajes del sur de Chile, por ejemplo, donde el continente sudamericano mantiene y escribe su exclusivo lenguaje.

 

Juan FERRERA GIL

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