Museos

Ana Beltrá convierte el jardín de la Casa-Museo Antonio Padrón en un altar vegetal con ‘Divinas Plantas’

La artista inaugura el día 31 de octubre, a las 19:00 horas, una instalación que reivindica la centralidad del mundo vegetal

Redacción Miércoles, 29 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:
Ana BeltráAna Beltrá

 La Casa-Museo Antonio Padrón, Centro de Arte Indigenista de Gáldar, acoge día 31 de octubre, a las 19:00 horas, la intervención artística ‘Divinas Plantas’, una instalación creada por Ana Beltrá dentro del proyecto ‘¿Quiénes son las plantas habitantes de esta casa? Abriendo surcos’.

 

La propuesta transforma por completo el jardín de la Casa-Museo en un espacio de contemplación activa, donde las plantas residentes se convierten en las verdaderas protagonistas. A través de marcos y bastidores entelados con soportes de diversos colores -opacos y traslúcidos-, la artista permite que las hojas emerjan a través de incisiones en la tela, dando lugar a piezas tridimensionales vivas. Además, algunas plantas son enmarcadas por semicírculos que actúan como halos, representándolas como auténticas “divinidades”.

 

Un manifiesto visual sobre la ceguera botánica

 

La instalación ‘Divinas Plantas’ parte de una pregunta tan simple como radical: ¿Qué ocurre cuando aplicamos el lenguaje de la veneración, no a un ídolo de piedra, sino al organismo vivo que sostiene nuestra existencia?

 

Beltrá plantea así una inversión simbólica y conceptual: no se trata de enmarcar una representación de la vida, sino la vida misma. Al situar una hornacina directamente sobre la planta, la obra invita al espectador a reconocer su “ceguera botánica”, esa tendencia humana a relegar el reino vegetal al papel de decorado.

 

‘Divinas plantas’ es un acto de corrección. Un manifiesto visual que sostiene que este telón de fondo es, en realidad, el verdadero protagonista. No se trata de objetos de devoción, sino del sujeto de nuestra existencia. Nuestra dependencia de ellas no es metafórica, es fisiológica.

 

La instalación propone un ejercicio de reverencia consciente hacia el mundo vegetal. En palabras de la artista, rendirles pleitesía a las plantas deja de ser un gesto poético para convertirse en un imperativo de supervivencia.

 

El jardín de la Casa-Museo Antonio Padrón, Centro de Arte Indigenista, se convierte así en un espacio sagrado donde la mirada del visitante se desplaza “del cielo a la tierra”, en un gesto de reconexión con lo esencial. 

 

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