Microrrelatos: "Ejercicio práctico nº 1. Una sonrisa perfecta"
- Escrito por GQB
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Cepíllese los dientes. Con fuerza, con mucha fuerza, mostrando la dentadura como un perro rabioso. Imagine que intenta desincrustar toda la porquería que se ha llevado a la boca a lo largo del día y que, pese haber mordido, machacado y triturado, sigue ahí, entre sus dientes, provocándole halitosis. Cepille sobre todo incisivos y caninos, insista sobre las encías, apriete hasta que las cerdas del cepillo se doblen sobre la piel y el esmalte. Hasta que duela. Realice movimientos caóticos a la máxima velocidad posible. Experimente quemazón en su boca, en su brazo. Si se cansa, cambie el cepillo de mano. No se preocupe: la falta de pericia con su lado no dominante puede jugar a su favor debido a que sus movimientos se volverán más bastos e incontrolados.
Continúe con el proceso (debería llevarle unos pocos minutos) hasta que comience a sangrar por las encías. Puede aumentar el sangrado apretando sus dedos contra la mandíbula, en el espacio situado entre la barbilla y el labio inferior, o justo debajo de la nariz, si son las encías del maxilar superior las que han comenzado a sangrar. Otra opción efectiva es la morder algún objeto (el propio cepillo, por ejemplo) con toda la fuerza de la que sea capaz. Elija cualquiera de estas opciones y sangre, sangre profusamente. Llegados a este punto baje (¡sin detener del todo!) el ritmo de cepillado, con el fin de que la sangre se mezcle de forma homogénea con la pasta y se distribuya por toda la cavidad bucal.
Deténgase. Sonría. Disfrute del espectáculo de la imagen en el espejo. Abra los ojos como si quisiera desprenderlos de sus órbitas y recréese en su aspecto salvaje, violento, de lunático. Si lo desea, saque la lengua y pásela por sus labios, relámase como una bestia que acabase de hundir sus fauces en las tripas de su última presa y disfrutase del sabor de la sangre. Permita que la espuma sanguinolenta caiga por su barbilla y su cuello, como si babeara. Si no consigue nada de lo anterior, introduzca el cepillo hasta la campanilla y provóquese una arcada, el efecto será parecido.
Sonríase una vez más. Permanezca así el tiempo necesario.
Luego enjuáguese la boca y límpiese con una toalla.
Prosiga con su rutina habitual.
GQB.
¡Ñosh, mano! Ejercicio práctico de masoquismo. No se indica si es por la mañana o por la noche. Hay que cuidar un poco el estilo literario, cualquier chorrada no vale...