La Quema del Barco y el Castillo en las Fiestas del Agua 2021
- Escrito por José Luis Yánez Rodríguez
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- Publicado en Reportajes
Inicio este escrito con el comienzo del Poema épico a la Batalla Naval acaecida en la ínsula de la Gran Canaria en el año de Nuestro Señor de 1595 que estoy escribiendo para su representación.
Y en día Viernes, seis de Octubre de 1595, al amaneser, parecieron sobre el Puerto de Las Isletas, treinta y ocho navíos, que después se supo ser Ingleses, salidos de Plimmautl, sus Capitanes Generales Francisco Draque y Juan Haquines, con quatro mill hombres de mar y guerra, siete naos de la Reyna y las demás de mercaderes, con otros dos Generales de tierra, que eran Nicolás Cliforb y Tomás Basquifeld. Los que imbiaron una lancha al Puerto con sólo ocho soldados, a reconocerle”
Así lo hicieron los milicianos de nuestra tierra. Su patria era la Gran Canaria que les había acogido; su honra, la de buena gente de campo y mar, que lo eran y mucho; y su fe, el sustento ideológico que los mantenía fuertes frente a las constantes andanadas de los intentos de invasión.
La gesta de las Milicias Canarias en esta escaramuza de los ingleses en la isla fue la que unos años después, a orden del capitán Jerónimo de Valderrama y Tovar, iniciara en Gran Canaria la celebración de La Naval en rememoranza y eterna memoria de Lepanto y “adaptada al país” con esta victoria sobre el corsario Drake; y que viene a colación el día de hoy por algo que llevo años reclamando: un lugar de homenaje, reconocimiento y conocimiento de los milicianos isleños con todas sus heroicidades, más valiosas aún, considerando su carácter no militar y para las que debían prepararse entre el sembradío del trigo y la majada de los rebaños. La extraordinario actuación del Colectivo Cultural Salsipuedes hace unos meses, ha abierto las puertas a que gesta como ésta no debe quedarse sólo ahí.
El 6 de octubre de 1595 una escuadra inglesa con 27 barcos y tres mil hombres, atacó Las Palmas de Gran Canaria. Venían bajo el mando de Francis Drake (Sir por decisión de la reina Isabel I de Inglaterra, que premió así sus servicios) un bravucón corsario, esclavista y peleón contra España. Desde una década antes, andábamos en guerra contra los súbditos de la reina célibe por su política pirática contra los barcos españoles y el apoyo que prestaba a los Países Bajos, entonces también en guerra con España. Pero aquel día, Drake "cogió el portante" derrotado por los grancanarios, algo que "como todo es según el cristal con que se mira" sirvió para ser condecorado por su reina de Inglaterra.
Narrado por Lope de Vega en la Dragontea; aquí, nuestro insigne Bartolomé Cairasco, lo contó, glosó, y dejó constancia en su "Templo Militante"
"De las cavernas y cumbres, bajaron como alemanes, mil Doramas y Adargomas, Maninidras, Bentagüaires..por llegar a la marina a morir como Roldanes, por la patria, por la honra, y por la fe de sus padres".
Muchos autores sitúan en este hecho histórico el inicio de la celebración de “La Naval”. Sebastián Jimenéz Sánchez afirmaba en 1955 asimismo, la relación de Nuestra Señora del Rosario con esta fiesta, detalle fortalecido años después por la batalla de Lepanto, así como la relación de la celebración posterior emanada de este hecho, con la Cofradía y Hermandad del Santísimo Rosario del Convento dominicano de San Pedro Mártir (1), que, como ejemplo de ello, dejó constancia en su acuerdo de septiembre de 1861, y que se custodia en el Archivo de la Parroquia de Santo Domingo, de los actos a celebrar el primer domingo de octubre y en su octava, que nombraban en el documento como “La Naval”.
La desamortización pasó fiesta y responsabilidad desde los frailes dominicos a los Alcaides y Castellanos del Castillo de La Luz o Principal de Las Isletas. La donación hecha en 1694 por un devoto Capitán, que regala a la Virgen del Rosario del Convento un trono con la expresa condición tíe que sólo se utilizara para la procesión de La Naval es una prueba del paso de manos frailescas a militares.
Este tipo de celebración es hecho extendido en tierras costeras de toda España; y en Canarias en algunos lugares como Barlovento o Santa Cruz de La Palma.
Precisamente sería Gabriel Duque Acosta en su Pregón de la Bajada del año 1970 en Santa Cruz de La Palma quien definiría esta peculiar forma de permanencia en el tiempo de esta manera tan poética: “Los viejos cañones que protegieron a la Villa del ataque corsario saludarán el nombre de María; la pólvora, en otros tiempos hostil, se derramará en nubes de incienso para servirle de aureola. El barco de piedra: exvoto monumental a un pasado marinero que nos honra enfilará su proa, guiado por el astrolabio del amor, hacia los mismos horizontes de la fe”
Esta relación del acto bélico con la defensa del honor y, sobre todo, del catolicismo, ha sido uno de los principales motivos de esa pervivencia.
El traslado de esta festividad marinera, costera y hasta militar durante algún tiempo, a otros pueblos del interior de Gran Canaria como San Lorenzo, Santa Brígida, Teror, se debe a la aparición en Teror a mediados del siglo XIX de una familia, que al día de hoy, y lo mantengo y defiendo constantemente, es patrimonio intangible y valioso de la Villa Mariana.
Todo comenzó con Gabriel Dávila Trujillo (2), primer fueguista destacado en la isla de la Gran Canaria que nació en La Aldea el 3 de noviembre de 1814 -con raíces maternas en la isla majorera-. Trasladado por matrimonio a Gáldar, comienza allí sus actividades en la pirotecnia que transmite a los hijos tenidos con su primera mujer, María Dolores de Quesada.
Uno de ellos, Francisco Dávila Quesada, fue bisabuelo de Juan Ramón Martel fundador, en 1982, de la empresa de Pirotecnia "San Miguel" de Valsequillo. Por razones que no vienen al caso, unido aún a su primera mujer cogió camino hacia Arucas, donde también dejó raíces de fueguistas y termino por recalar en Guanchía de Teror el año de 1850; donde se unió (en espera de mejores tiempos) con la terorense Brígida Morales, con la que -tras el fallecimiento de la galdense- pudo unirse en casto y legítimo matrimonio. Con Brígida tuvo varias hembras y un sólo hijo varón, Juan Dávila Morales, que es raíz y fuente de todos los que hoy practican este noble y peculiar arte de la pirotecnia: sus hijos Clemente, Pedro, Francisco, Gabriel, Juan, Laureano, llenaron de Dávilas y voladores toda la isla.
Y es ahí donde está la raíz de la celebración del "Barco y el Castillo" de Teror, en los Dávilas que sobre la década de 1930, los trajeron desde la Fiesta de La Naval del Puerto (donde ellos lo celebraban y preparaban desde el último tercio del siglo XIX), a la fiesta terorense y primaveral de San José y La Santa Cruz que, aunque programada por los carpinteros de Teror, presentaban una peculiar y activa participación de la familia Dávila.
Por ello, con los años y el progresivo abandono del gremio carpinteril (siempre en el recuerdo Candidido y su hija Teresita Ortega) ha quedado hoy, con toda justicia y mérito en manos de los fueguistas de la Villa, verdadero lujo, patrimonio y tradición de todos los terorenses.
Ya en 1918, Francisco González Díaz escribía de ellos:
“En Guanchía se prepara y carga la pólvora que arde en las fiestas de Gran Canaria, de Guanchía salen sorprendentes monumentos pirotécnicos; en Guanchía están los brujos de la magia flamínea y sonora que encanta las vísperas patronales de nuestras aldeas”
Los Dávilas quedaron.
Benjamín Dávila Sosa y su hijo Benjamín Dávila Rodríguez son prueba de ello y lo volverán a demostrar este año con la Quema trasladada a causa de la pandemia, pero respetando tradición que es valor de pueblo, de nuestro patrimonio.
Francis Drake nació en Tavistock en 1543, siendo el mayor de los doce hijos de Edmund Drake, granjero y predicador protestante, y su mujer Mary Mylwaye. Vino a dar con Dios en Portobelo de Panamá el 28 de enero de 1596, unos meses después de estar en las costas de nuestra Isla.
Comerciante de esclavos, político, corsario, explorador, y vicealmirante inglés; como tal fue encargado por la Corona Británica, en cabeza por entonces de Isabel la Primera, la célibe monarca que tanto desdeñó a España y sus gentes. La presencia pirática de los ingleses en aguas virreinales peruanas durante el siglo XVI se enmarcan plenamente en las actuaciones de aquellos que obtenían la patente de corso. Así dirigió con patente y permiso Real, la Marina inglesa contra España e Indias, como las dos incursiones que realizó entre 1570 y 1571; aunque sería en 1573, cuando aliado con el marino francés Guillermo Le Testu, capturó un convoy español cargado de oro y plata.
Por si faltaban pocos datos para su progresiva transformación de pirata en admirada leyenda; en 1579 Drake desembarcó en la costa de California, al norte de Nueva España y reclamó el territorio en nombre de la corona inglesa, dándole el nombre de Nueva Albión.
Al año siguiente, en su barco, el Golden Hind, arribó a Plymouth con una descomunal carga de especias y riquezas capturadas a España. En pago de ello, el 4 de abril de 1581, en el propio barco atracado en el puerto de Deptford, fue armado caballero (Knight Bachelor) por Isabel I de Inglaterra. En su escudo de armas apareció desde entonces el lema Sic parvis magna, en el que dejaba claro que la verdadera grandeza nace de los humildes o pequeños comienzos? Entregó sus diarios a Isabel I, que ordenó la prohibición de la publicación de los detalles de su viaje, por temor a la reacción de España. Sir Francis Drake ya era en vida, más mito que hombre.
En sociedad desde 1562 con comerciantes y financieros londinenses, amplió aún más sus relaciones mercantiles.
Años después, tras pasar por la política y el comercio, Drake propuso a la Reina de Inglaterra una última incursión en los territorios del Imperio Español en América: establecer una base inglesa en Panamá. Esa fue la Armada que pasó por La Isleta y que tuvo al final, gracias hay que decirlo a nuestros abuelos que avisaron al Caribe con más presteza que las naves británicas, con 17 buques hundidos o abandonados, 2500 muertos y 500 prisioneros. Y con Francis Drake finado? que ya era hora por tanto empecinamiento en mortificarnos. Se cree que Francis Drake no tuvo hijos, por lo que sus títulos pasaron a su sobrino, también llamado Francis.
Pero fue a partir de entonces cuando comienza su más profunda, interesante y peculiar historia. Drake, se dice, fue amortajado con la bandera inglesa, metido en una caja de madera y a su vez sellado en otra caja de plomo. La noticia de su muerte llegó a España por carta del general español Bernardino Delgadillo de Avellanada. Quizá como a los españoles se nos olvida con excesiva facilidad -ya sea por envidias o por celoserías- las grandezas de nuestros compatriotas, no es muy comprensible lo ocurrido en los siglos trnscurridos con el ennoblecido pirata de la Gran Bretaña.
A poco de fallecer, sus correrías andaban en escritos y canciones por todos los territorios ingleses y, paradójicamente, en los incipientes asentamientos ingleses al Norte de América, donde se han ido afianzando con una contundencia abrumadora. Opinan los investigadores que ya en tiempos del reinado de Jacobo I, estas típicas cancioncillas de la marinería alabaron sus andares piratescos extendiendo entre el pueblo su fama de defensor de Inglaterra contra sus enemigos, olvidando con facilidad que ello lo hizo enormemente rico.
Cyril Tawney adapt adaptó una de estas letras y cantó a Sir Francis Drake en su álbum Argo de 1970, A Mayflower Garland.
Pero no sería el último: canciones como las de The Youngbloods On Sir Franci s Drake, del album Elephant Mountain; Roy Palmer incluyó lo incluyó en su libro The Oxford Book of Sea Songs y su edición ampliada Boxing the Compass; John Faulkner y Terry Yarnell le cantaron en el álbum Argo de 1971 de The Critics Group, As We Were A-Sailing. Asimismo, los viajes e incursiones de Drake inspiraron muchas obras literarias contemporáneas y posteriores.
Los siglos transcurridos no han hecho otra cosa que aumentar muchísimo su fama de benefactor de la nación británica y un abundante y planificado merchandising ha abarrotado el planeta de jarras de cerveza, tabaco, café, cacao, bolos, sacacorchos, libros, cromos, material escolar, llaveros con la figura de Drake, como si de un personaje al más puro estilo de promoción de imagen pública de un político se tratara. Inglaterra tiene varias esculturas en su honor y Estados Unidos decenas de centros educativos y casi una cuarentena de hoteles con el nombre de Sir Francis Drake.
Dejando el tema de su legendario y magnífico tesoro perdido, su posible ubicación y las innumerables incursiones realizadas durante décadas en su búsqueda para otro escrito; no puedo dejar pasar el, quizá, aspecto más peculiar de esa presencia corsaria, medio milenio después de su muerte. El corsario tiene un videojuego, en el que un presunto descendiente, Nathan 'Nate' Drake es el protagonista principal de la saga Uncharted.
Volviendo a la historia, los corsos siguieron golpeando al Imperio Español hasta la Firma de la Paz en 1604. Las patentes de corso fueron abolidas en la Declaración de París de 1856. Los piratas consentidos por los gobernantes desaparecieron así, al menos de la pública legalidad. En Gran Canaria, en 1595, lo espantamos; pero en otros muchos lugares a lo largo de su carrera pirática, Sir Francis Drake demostró, tal como afirmara uno de sus cronistas, que a fuerza de abordajes pueden sentarse los cimientos de un Imperio.
NOTAS
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